Introducción: más allá del debate moral
Durante décadas, el cannabis ha sido tratado como un problema de seguridad, salud pública o moralidad. Sin embargo, el verdadero corazón del debate reside en los derechos humanos. El uso, cultivo y distribución del cannabis están profundamente vinculados a derechos fundamentales como la libertad personal, el acceso a la salud, la autodeterminación cultural y la justicia social. Este texto propone repensar la política de drogas desde una perspectiva de derechos y dignidad humana.
Prohibicionismo: una política que viola derechos
Las políticas prohibicionistas aplicadas en América Latina han generado un sinnúmero de violaciones a los derechos humanos:
- Detenciones arbitrarias por posesión de pequeñas cantidades
- Uso desproporcionado de la fuerza por parte de agentes del Estado
- Criminalización de comunidades enteras
- Negación del acceso a tratamientos medicinales con cannabis
- Obstáculos al ejercicio del autocultivo como forma de autonomía
Estas prácticas no solo fracasan en su objetivo declarado de “proteger”, sino que producen daño social, sufrimiento y discriminación.
Cannabis medicinal: un derecho negado
El derecho a la salud implica el acceso a tratamientos efectivos, seguros y culturalmente adecuados. Miles de personas en la región utilizan cannabis para aliviar dolores crónicos, epilepsias, efectos del cáncer, ansiedad y otras condiciones. Sin embargo, muchas veces se enfrentan a:
- Falta de regulación clara
- Medicamentos inaccesibles por su alto costo
- Estigmatización por parte de profesionales de salud
- Riesgo de criminalización por el autocultivo
Reconocer el cannabis medicinal como un derecho no solo salva vidas: también humaniza las políticas públicas.
Autonomía corporal y libertad personal
Cada individuo tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo, siempre que no cause daño a terceros. El consumo adulto de cannabis, realizado de forma informada y voluntaria, es una expresión de esta autonomía. El Estado no puede intervenir en decisiones íntimas mediante la represión, el castigo o la censura. Garantizar la libertad personal incluye:
- Eliminar sanciones por consumo responsable
- Proteger el derecho al autocultivo
- Promover educación basada en evidencia y no en miedo
- Reconocer el uso espiritual, recreativo y cultural de la planta
La libertad no se negocia: se garantiza.
Cannabis y pueblos originarios: derecho a la autodeterminación
En muchas culturas originarias de América Latina, el cannabis y otras plantas han sido parte de saberes ancestrales de cuidado, espiritualidad y medicina. La prohibición impuesta desde marcos coloniales ha destruido estas prácticas. Una política de drogas basada en derechos humanos debe:
- Reconocer los sistemas tradicionales de salud
- Respetar los usos culturales y rituales del cannabis
- Proteger el territorio y las semillas frente al extractivismo
- Consultar a los pueblos originarios en cada paso del proceso regulatorio
La descolonización también se juega en la política de drogas.
Propuesta de política pública con enfoque de derechos
Una verdadera política de cannabis para el siglo XXI debe articularse con base en los siguientes principios:
- Equidad social: garantizar acceso y participación a grupos históricamente excluidos
- Reparación histórica: liberar a personas presas por delitos relacionados con cannabis y borrar antecedentes
- Participación comunitaria: incluir a colectivos de usuarios, cultivadores y pacientes en la formulación de políticas
- Sustentabilidad: fomentar modelos de producción ecológicos y cooperativos
- Transparencia y educación: brindar información clara, basada en ciencia y respetuosa de la diversidad cultural
No se trata solo de legalizar, sino de transformar.
Conclusión: cannabis con derechos, cannabis con justicia
Hablar de cannabis desde los derechos humanos no es una moda, es una necesidad. Ya no basta con regular el mercado o despenalizar el uso: es hora de construir un nuevo paradigma en el que la dignidad de las personas esté en el centro. Una política pública sobre cannabis que respete los derechos humanos es aquella que escucha, repara, redistribuye y transforma. Solo así el cannabis dejará de ser una causa de sufrimiento y pasará a ser una herramienta de libertad, cuidado y justicia social.